domingo, 13 de abril de 2014

Mientras un niño le arranca la pata a una rana en Japón

Con esta entrada inaguro una serie de publicaciones sobre teatro. Más bien con el pretexto del teatro escribiré y haré ilustraciones, muchas, muchas pinches ilustraciones a ver si un día mejoro.

Enfrentamos constantes dificultades desde que nacemos. Sufrimos desde que salimos del vientre de nuestra madre, este sufrimiento nos prepara para el placer; la vida es así. No se conoce la luz sin conocer la obscuridad, podemos sabber que algo est{a húmedo porque conocemos lo seco y así sucesivamente. Pero a veces se nos olvida esta dualidad.

Estamos tan abrumados por los aspectos negativos que olvidamos formas creativas de aliviar nuestro estrés y nos conformamos con consumir etretenimiento basura y publicar nuestros estados en las redes sociales. Pero esto no es un fenómeno nuevo, se nos inculca desde niños y viene fosilizado desde la educación tradicional que parte de una premisa: todos los niños son idiotas. ¡Mentira! ¡son inocentes! En la edad adulta la diferencia entre inocencia e idiotez es muy sutil, pero en el niño no. En el niño es clara, pero creemos que son idiotas y que no son capaces de entender la verdad, de ahíq ue se les llene la cabeza de mentiras para evitar explicaciones. ¡Ahí está el meollo del asunto! Los niños no son idiotas, lo que pasa es que los adultos son unos holgazanes a los que no les gusta pensar y deciden mantener su pereza en vez de aclararle al niño sus dudas.

Las mentiras que se les dice a los niños tienen dos finalidades además de alimentar su pereza mental:

  1. Hacerlos que se porten bien y
  2. Evitarles malos ratos.

Ambas justificaciones son estúpidas. Un ser humano tarda cierto tiempo en generar empatía con otros y entender que el mundo no le pertenece. Cuando queremos imponer a un niño una regla para que se porte bien lo que hacemos es atrofiar sy moral y sustituirla por manipulación, ya sea en forma de castigo ó de premio.

En verdad se necesita ser una mierda de persona si la única razón por la que ayudas a un viejito a cruzar la calle es para irte al cielo. Si esa es tu única motivación, si no entiendes que a su edad avanzada su cuerpo no reacciona con la misma rapidez si no ves un poco de ti en él y a toda la humanidad ahí, entonces por favor córtate la yugular porque podemos presindir de ti.

El otro punto, el de evitar malos ratos, no me chinguen. La vida está llena de malos ratos, al menos la mayoría de los niños tiene alguien que los abrace cuando se les da una mala noticia. Cuando somos adultos y en el trabajo o la universidad te hacen sentir una inútil incompetente difícilmente encontrarás alguien que te abrace, sólo te tragas tu sufrimiento. El niño tiene comprensión y quien lo quiera abrazas poorque si le das una mala noticia a un niño no vas a dejarlo solo chillando hasta que se seque, ¿o sí?

Repito: los niños no son idiotas, son inocentes. Son curiosos y siempre buscan la verdad. De eso trata Mientras un niño le arranca la pata a una rana en Japón. De un niño que, como todos, no es idiota y no se conforma con lo que dicen los adultos, y además nos recuerda que aunque la videa sea una mierda hay cosas que lo hacen mejor, entre ellas, el teatro.

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