Razón#12: La asumida superioridad del ser humano sobre las cucarachas y las consecuentes prácticas asesinas.
Ciertas prácticas cotidianas no son cuestionadas jamás. Algunas son autoafirmaciones que hacemos como especie sin tomar consciencia de ello. Cosas normales, insignificantes, incluso mundanas, que hablan de la intolerancia del ser humano. Una de ellas es la masacre de cucarachas perpetrada por la humanidad desde el inicio de la civilización.
Las cucarachas son una plaga resistente y jamás nos desharemos de ellas. Son más simples que nosotros y por lo tanto cuentan con más capacidad de supervivencia frente a una catastrofe natural. Las hay de todos los tamaños y colores, pero desde pequeños se nos enseña que son desagradables de ver y la costumbre nos dicta pasos precisos a seguir al verlas:
- Detener la acción actual y concentrarse exclusivamente en el intruso.
- Observar cuidadosamente los movimientos del insecto.
- Acercarse sigilosamente a él.
- Levantar el pie o tomar el zapato en la mano.
- Avanzar con lentitud y cautela.
- Atacar con sorpresa.
- O, alternativamente, si se es una persona muy delicada solamente gritar hasta desgarrarse la garganta o hasta que el bicho desaparezca del campo de visión.
No es de extrañarse la facilidad con que se realiza el asesinato sisetmático de estas criaturas. En alguna parte del pensamiento colectivo se aloja la idea de que los seres humanos somos superiores a ellos. El primer culpable que me viene a la mente es la Biblia, con su idea de que Dios nos hizo a su imagen y semejanza, elevándonos así al rango de seres divinos. Este pensamiento teocrático sólo lleva a la destrucción de los otros, entiéndase todos aquellos que no pertenecen el hepiteto de humanos.
Debemos aceptar también que la opresión del débil es un ejercicio ampliamente difundido a lo largo de la historia universal. Los judíos poseen actualmente el monopolio de la compasión, gracias, en gran medida, a las acciones de Hitler, pero también al patrocinio de los Estados Unidos, con su insípida reducción maniqueista de su política internacional.
Pues, bien, no sólo los judíos merecen compasión. También la merecen los nativos de América, los Dodos, los Africanos y otros innumerables grupos, entre ellos las cucarachas.
Empecemos por preguntarnos si verdaderamente merecemos más habitar un espacio de lo que lo merecen ellas, si de verdad el suelo que pisamos es la tierra prometida y debemos ocuparla sin importar quiénes estaban antes.
Después de esta reflexión y la consecuente inacción recuerden que hagan lo que hagan la vida es y seguirá siendo una mierda.